lunes, 8 de septiembre de 2008

Unidas por la fuerza del cariño

http://www.menorca.info/netpublisher/minfo/detallenoticiaimpresa.php?idnoticia=81899&seccion=Insular

Irmi Zsucha, de 68 años, fue una de las "niñas de Viena" que en 1949 acogieron familias menorquinas tras la II Guerra Mundial. Estos días se ha reencontrado con Anita Mercadal, su actual madre adoptiva

Laura Bañón , Ciutadella

Irmi Zsucha, austríaca, a punto de cumplir los 68 años, se encuentra de vacaciones en la Isla. No es una turista más. Está en casa, conoce la Isla desde pequeña. Fue una de las beneficiarias del programa Niños de Viena que, tras la II Guerra Mundial, fueron acogidos por familias españolas para ofrecerles un hogar temporal en paz en tiempos calamitosos.

Tenía 8 años cuando llegó en barco a la Isla, junto un grupo de otras niñas de corta edad, la más pequeña con 5 años. Habían pasado tres largos días de viaje en tren desde la devastada Austria hasta Barcelona. Era el mes de marzo de 1949 cuando llegaron a Menorca y fueron acogidas por familias menorquinas, a través de la mediación del sacerdote Jaume Gener, que organizó la expedición. En Maó les esperaba el matrimonio formado por Agustín Sintes Tudurí y Anita Mercadal Cortès, que habían acudido a la llamada del capellán para llevarlas en coche hasta Ciutadella. "No íbamos con la intención de acoger a ninguna niña, sino para ayudar. Pero al entrar en el coche, la pequeña Lisi, de 7 años, se sentó en mi regazo y ya no nos separamos", explica Anita. El cariño las unió. La niña austríaca iba destinada a otra casa. Por cuestiones del destino, el capellán animó al matrimonio a acogerla para ofrecerle un ambiente familiar. Por aquel entonces, aún no había nacido su hijo Juan, por lo que la pareja no tenía descendencia. Por su parte, Irmi Zsucha fue acogida por Dolores Benejam Mesquida, de Ciutadella. Otros hogares de acogida fueron los de Guillem Coll, el doctor López y Elena Lillo, Jaume Bagur Arnau y su esposa Rita, Miguel Riera Florit y María Cardona Piris, la familia de Olivar, la familia Squella, el doctor Hernández y Anita Llufriu, entre otras.

"Durante el viaje no sabíamos a dónde íbamos, no sabíamos lo que era España. Soy hija única y después de la guerra mis padres se quedaron sin trabajo. Era una situación difícil, sin apenas comida y con soldados por toda la ciudad", explica Irmi. Por su parte, a Lisi Bachmayer, de 7 años, sólo le quedaba su madre, después de que su hermano muriera ahogado en el Danubio y su padre desapareciera durante la guerra. Nunca más volvieron a saber de él.

La llegada de las "niñas de Viena" fue un acontecimiento en Ciutadella, donde permanecieron acogidas durante 9 meses. Llamaron la atención por su pelo rubio, sus ojos azules y su estatura, en una época en que los turistas eran aún desconocidos en la Isla. "Me miraban como si fuera un perro pintado", bromea Irmi, 59 años despu és, desde la terraza del chalé de Anita Mercadal.

Las niñas no sólo habían cambiado de país, sino también de cultura e idioma en cuestión de días, tras experimentar uno de los peores traumas del mundo como es vivir una guerra. "Llegaron a un sitio ignoto para ellas y fueron acogidas por personas que no conocían, que hablaban una lengua que no entendían", comenta la madre adoptiva de Lisi, quien con la ayuda de un diccionario aprendió algunas palabras en alemán para comunicarse con la niña. "Al principio nos entendíamos con señas y gestos. Pero la necesidad nos obligó a aprender el castellano de forma rápida", indica Irmi, quien aún domina a la perfección el idioma adoptivo y entiende el menorquín, aunque no lo habla. Las niñas austríacas se adaptaron a la vida de Ciutadella y a sus padres de acogida. Una experiencia y unos recuerdos que les marcaron de por vida. Irmi y Lisi han mantenido viva la relación con sus respectivas familias menorquinas, a través de cartas y llamadas de teléfono. Lisi regresó de nuevo a Ciutadella siendo aún niña en una siguiente expedición. Anita Mercadal cuenta que en la década de los 60 la emisora de radio local en Ciutadella organizó un viaje para que las familias pudieran visitar a las niñas, en la que participó el sacerdote Damià Coll. Con el paso del tiempo, las niñas se casaron y formaron su propia familia. Irmi y Lisi han visitado la Isla en numerosos veranos, así como el matrimonio Sintes-Mercadal viajó en varias a ocasiones a Viena. En la casa familiar en Sa Caleta las fotos del hijo y los nietos de Lisi, la niña que acogieron, ocupan un lugar destacado en el salón, junto a las fotografías más queridas de la familia. Aunque Irmi no es la niña que acogió Anita Mercadal, es como si lo fuera. Al fallecer Dolores Benejam Mesquida, la viuda de Agustín Sintes se ofreció a ejercer de madre adoptiva no sólo de Lisi, sino también de Irmi. En el salón del chalé Sintes-Mercadal cuelga un diploma procedente de Austria en homenaje al gesto humanitario que tuvieron con la acogida de Lisi, encabezado por una frase bíblica: "Quien acoge un niño en mi nombre, me acoge a mí, dijo el Señor".

Este verano Lisi no ha podido visitar Menorca, aunque Anita Mercadal disfruta estos días de la compañía de Irmi. La austríaca tiene la agenda muy ocupada para encontrarse con las niñas de Ciutadella y Maó que fueron sus amigas y que ahora son abuelas. La amistad y el cariño sobreviven al paso del tiempo. Se ha encontrado con algunas de ellas para recordar la infancia: María Antonia Olives, Pilar Vidal o Maria Jesús Martí, entre otras. Lo que más le duele es no poder volver a ver a Margarita Cardell, fallecida recientemente.

Los recuerdos del viaje a España se mantienen vivos en Austria a través del Club Encuentro, donde periódicamente se reúnen los que fueron Niños de Viena en diferentes países de Europa. El foro permite a Irmi practicar el castellano y poner en común su experiencia con otros beneficiarios del programa de acogida. Para Anita Mercadal, de 90 años, y sus dos hijas adoptivas, de 68 y 67 años, respectivamente, el 2009 será muy especial. Se cumplirán 60 años de haberse conocido a través de un viaje en que el destino unió sus vidas. Irmi y Lisi, sin familia, viajarán a Ciutadella para estar con la persona que les sigue ofreciendo cariño.


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